El que no transa...
Una creencia, desde el punto de vista de la psicología, se describe como un sentimiento, juicio, vivencia o proceso subjetivo, que provoca en quién la vive un sentimiento de realidad. Sin embargo, muchas creencias no se basan en verdades. Son como la fe, sencillamente se creen y se dan por ciertas.
Simplificando diré que una creencia –positiva o negativa- se construye al generar un pensamiento al que se le da una referencia -real o imaginaria-, para después, retroalimentar a la persona que la creó, ofreciéndole certidumbre y hasta convicción.
Aún y cuando muchas creencias se basan en generalizaciones e interpretaciones equivocadas, en la medida en la que se les imprima intensidad emocional y más número de referencias, mayor será la cimentación de las mismas. Así, cuando un conjunto de individuos se apropian de una creencia y sus acciones se orientan en consecuencia a ésta, pueden a la larga convertirla en una realidad, aunque de inicio no lo fuera.
Un ejemplo lo vemos en la frase que dice que en México “el que no transa no avanza”. Creencia generalizada y arraigada en la mente de todos, que se sustentó en los hechos de corrupción e impunidad que a diario se viven en el país –referencias-, de tal forma, que la actuación de cada uno se fue encaminando hacia este método para conseguir sus propósitos, y ahora, estamos inmersos en una descomposición social tan brutal, que está agobiándonos en el presente y comprometiendo un sano futuro para todos.
La guerra del Presidente Calderón contra el narcotráfico parecería intentar romper con el sistema de creencias de los mexicanos. Creencias que dejamos convertirse en un monstruo que nos atrapó. “Qué tanto es tantito”, “no hay político honesto”, “en todas partes se cuecen habas”, “entre abogados te veas”, “a río revuelto...”, “plata o plomo” o, “con los malos, ni te metas”.
Pero el Presidente se ha metido con todos, actúa con mano firme y dicen que está resuelto a acabar con la burocracia, la corrupción y la impunidad.
Si así fuera, nos devolvería motivos para sentirnos orgullosos de México, solo esperamos que acabe con todo esto, antes de que esto y él, terminen por destruirnos primero a nosotros.
graciela.rios@publimetro.com.mx