LUCHITAS
El término “poder” tiene muchas definiciones y se utiliza generalmente para describir la capacidad o la habilidad para llevar a cabo una acción. Proviene del latín vulgar, concretamente del concepto “posere”, el que significa ser posible o ser capaz Quién lo ejerce, implica que cuenta con mayor fortaleza intelectual o física en relación a otros individuos, de tal manera que puedan ser superados en una lucha, confrontación o en una discusión.
El término más habitual en relación al poder, hace referencia al control o dominio que un ser humano hace para imponer su mandato.
Dentro de una estructura organizacional, los integrantes de la misma, prácticamente todos los días, llevan a cabo acciones para extender sus posiciones de dominio y de poder. El poder es un bien escaso, por lo que pelear por este se asociada con la posibilidad de obtener mayor probabilidad de supervivencia a través de la permanencia en la empresa.
Quizá por lo mismo, muchos directivos cumplen con el mandato que dice que la práctica habitual en el medio laboral es la del “beso hacia arriba y patada hacia abajo”. Son aquellos que ante sus subordinados o ante quién se deje, suben el tono de voz a la menor provocación, utilizan los verbos tales como: “requiero, necesito, urge, te encargo, asegúrate de que”, todos con connotación de mando y dominio sobre la conducta del otro. Son directivos que no tienen miramiento por las necesidades ni los derechos de sus subalternos, pasan por alto el horario de trabajo, los días festivos y su carga laboral. En cambio, con sus superiores son solícitos, simpáticos, acomedidos, serviciales y están dispuestos a complacerlos en todo lo que les soliciten. Si las cosas se vuelven tensas, bastará con desviar el tema con un chistorete y sonoras carcajadas, o decirle compadre o brother, para intentar permanecer en el afecto cercano de quienes ocupan posiciones superiores.
El poder da cuenta de una relación compleja entre sujetos. Se ejerce cuando el centro del dominio está puesto en el proceso de trabajo. Podemos encontrar dentro de las organizaciones tres distintas formas que afectan a los individuos y que están relacionados con el poder.
La primera es el mobbing, definido como todas aquellas conductas de persecución intensas, hostigamiento o extrema violencia, que se prolongan a través del tiempo y que tienen como finalidad dañar psíquica o moral mente al trabajador.
La segunda variante se refiere a los conflictos interpersonales, que se identifican porque ocurren de manera ocasional. En cambio, el abuso de poder, que pertenece a la tercera clasificación, se caracteriza por conductas periódicas, sin la intención de hacer daño real, sino solamente el intento de obtener una autoridad moral que no posee de manera natural el abusador.
En el abuso de poder se establece un patrón de conducta arbitrario, injusto, dominante y abusivo, por parte del jefe inmediato o superior. Algunas veces por personal que se encuentra dentro del círculo de las “vacas sagradas” o los consentidos del que paga y manda. En muchas ocasiones el abusador sólo intenta satisfacer intereses personales.
El clima laboral que reine en una organización influirá de manera definitiva en el tipo de abuso que se geste. Si el clima es autoritario, el mobbing será más fácil de hacerse presente; en cambio, si es participativo y democrático, los problemas serán conflictos laborales de fácil resolución, y por el contrario, si el clima es arbitrario, el abuso del poder se gestará con mayor facilidad y se contagiar como en un efecto dominó.
Bajo un liderazgo democrático e igualitario se pueden minimizar o evitar conflictos de poder dentro de los equipos de trabajo. El abuso de poder convierte a los empleados en personas sumisas, implosivas, impotentes, a quienes se les corta cualquier hilo de independencia, se les limita su nivel de operación y se les merma su entusiasmo para crear, proponer e impulsar nuevas ideas.
Los líderes autocráticos, que controlan para sí la información, que impiden el libre tránsito a través de las líneas de mando, son sin duda los mismos que propician que el equipo humano tenga la energía suficiente para contribuir a alcance de las metas organizacionales.
graciela.rios@publimetro.com.mx