“Familia Laboral”
Tener un empleo es una bendición que muchos no valoran. Para algunos es natural desempeñar una actividad y recibir una remuneración a cambio, pero para quienes han sufrido el desempleo y carencias económicas, saben que contar con un trabajo significa mucho más que la posibilidad de poder satisfacer las necesidades de sus hogares.
Desempeñar un trabajo significa sentirse útil, eficiente, importante. Es la posibilidad de conquistar metas junto con un equipo de trabajo que nutre y del que se aprende. Implica establecer lazos de compañerismo y afecto, que nos alimentan el espíritu. Un empleo brinda una sensación de suficiencia, brinda la posibilidad de desarrollar los talentos, de conquistar metas, es sentir que alguien aprecia lo que se sabe hacer.
Sin embargo, algunos no valoran el tesoro y la oportunidad de estar empleado, de contar un espacio que permite la creatividad y el desempeño, de tener un ingreso estable, y no sólo descuidan su trabajo siendo negligentes, tomando decisiones en perjuicio de la empresa, abusando de sus beneficios, poder o de sus posiciones, sino que dedican tiempo en lastimar la imagen de sus compañeros o subordinados. Hacen críticas, inventan chismes, los ponen en aprietos para desestabilizar su posición dentro de la empresa, para ver si se “prescinde” de ellos, sin tener siquiera la consciencia del daño moral y económico que pueden hacer a una familia entera.
La envidia, según Wikipedia, es un sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea en bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas tangibles e intangibles. Un envidioso es incapaz de ser caritativo, es malicioso, injusto, hostil y actúa con resentimiento. Lo difícil de esto es que pocos se dan cuenta que sus acciones de acoso moral tienen como fondo este sentimiento de envidia, rivalidad o rencor y lo disfrazan de “disciplina”, de “corrección”, de “merecimiento”. Actúan como si descalificando a los demás, devaluando su trabajo, les estuvieran haciendo un bien al jefe o a la empresa. Pero una persona que impide el progreso de los demás o que está pendiente de sus logros para denostarlos, descuida su propia vida y su propio bienestar y, le hace un daño terrible a la organización.
Resulta inexplicable la tolerancia que algunos empleadores tienen ante esta situación o bien, cómo es que el área de Recursos Humanos no interviene para solucionar de raíz este problema. Quizá se deba a la solidaridad masculina en la que unos justifican a otros, el miedo a desestabilizar un área de trabajo, el temor a que la empresa no tome cartas en el asunto y por el contrario, haya represalias, no sé.
Según una encuesta realizada por HP Workplace, los amigos de la oficina son la razón número uno por lo que la gente se siente feliz en el lugar en dónde trabaja. De ahí que mi colega Oscar Rodríguez, experto en Recursos Humanos, haya desarrollado en un libro, el concepto de “Familia Laboral: Compañeros de Vida”, como una herramienta que ayuda a mejorar la comunicación, involucramiento, motivación y productividad de las organizaciones y sus integrantes.
No se trata de convertirse en seres extraordinarios ni en santos, bastaría con tratar al prójimo como nos gustaría ser tratados; comprender que los demás también tienen necesidad de proveer a sus familias, crear lazos de afecto, desarrollar sus capacidades, pertenecer a círculos de calidad y trabajo, ser valorados y respetados.
Además, cuidar el bienestar de los demás es una maravillosa inversión, que rinde frutos generosos que regresan con creces, incrementando nuestro propio bienestar.